A lo largo de la historia del cine hemos tenido estrellas que siempre serán recordadas por los seguidores de este arte: Buster Keaton, Billy Wilder, Walt Disney… Entre todos ellos -y cuando hablamos, en este caso, de cine mudo-, destaca la figura del gran Charles Chaplin (también conocido como Charlot). A diferencia de otros muchos actores de la época Charles Chaplin no era un caballero apuesto y seductor que encandilaba a las mujeres, sin embargo era capaz de enamorar con algo más poderoso que cualquier rasgo físico: la risa. El icónico personaje bigotudo de sombrero de bombín y bastón hizo reír a millones y millones de espectadores a lo largo de su carrera dentro del mundo del cine. Sin embargo, además de actuar delante de las cámaras Chaplin era un auténtico genio detrás de ellas, pues ejercía tanto como de guionista, director, y productor como de compositor musical. De hecho, la mayoría de las bandas sonoras de sus películas (conocidas ya mundialmente por todo el público) las creaba él mismo, brindándonos piezas musicales de lo más hermosas.
Además de hacernos reír con sus películas, Chaplin buscaba transmitir un mensaje a través a ellas, muchas veces haciendo duras críticas a la sociedad. Algo que le hizo ganarse no pocos enemigos a lo largo de fructífera carrera como estrella cinematográfica.
La música de Chaplin
Charles Chaplin compuso infinidad de canciones para sus propias películas, pero también lo hacía fuera de ellas. Aunque esta cualidad no fue la que muchos asociaban al autor, una gran variedad de artistas llegaron a interpretar sus canciones, como Julio Iglesias, Celine Dion e incluso el mismísimo Michael Jackson.
En 1972 la Academia le otorgó un Óscar por la increíble banda sonora que compuso para su cinta ‘Limelights’ (Candilejas), premio que compartió con Larry Russell y Raymon Rasch.
El gran dictador y su fantástico discurso
‘Lo siento, pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si eso fuera posible: blancos o negros, judío o gentiles… Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas…’ Así comenzaba uno de los discursos más famosos de la historia del cine en El Gran Dictador, una película a través de la cual Chaplin asestaba un duro golpe a la Alemania Nazi en 1940, una época delicada en la que la Segunda Guerra Mundial seguía desarrollándose y miles de millones de personas seguían muriendo cada día.
Este discurso de la película El Gran Dictador (en la cual Chaplin imitaba a Adolf Hitler de forma totalmente descarada) estuvo cargado de polémica siendo su cinta acusada de promulgar un mensaje pro-comunista encubierto, y se llegó a prohibir incluso la entrada de Chaplin a Estados Unidos hasta que en 1972 se le otorgó un Óscar y acudió al país para recogerlo.
Limelight, un homenaje a toda su carrera
Sin ser su cinta más famosa, la película Limelight es considerada por muchos como la mejor del autor y un auténtico auto-homenaje a su carrera cinematográfica y a su exilio de Estados Unidos. La cinta deja de lado la comedia habitual del autor para centrarse más bien en un aspecto más sensible que hasta entonces no se había visto en otros trabajos de Chaplin.
Además, en esta película vemos por fin cómo Charles Chaplin comparte escena con el mismísimo Buster Keaton, quienes parecen despedirse de este arte para dar relevo a las nuevas generaciones, las cuales parecen comenzar a olvidar el cine mudo para dar paso a los grandes avances tecnológicos que llegaban a la industria del cine.
La banda sonora de esta cinta es considerada actualmente como una de las mejores composiciones de la historia del cine.